Silencio radio entre los detractores de Marruecos tras la liberación del escritor Boualem Sansal

El debate sobre los derechos humanos en el mundo árabe a menudo está animado por posturas fervientes. Sin embargo, el reciente silencio de algunos críticos de Marruecos, supuestos especialistas en asuntos norteafricanos, como los periodistas españoles Ignacio Cembrero y Francisco Carrión, así como el controvertido periodista francés Quentin Müller, tras la liberación del escritor Boualem Sansal, plantea interrogantes importantes. Mientras que el Parlamento Europeo ha condenado unánimemente la represión en Argelia y ha llamado a la liberación de Sansal, las voces que anteriormente se habían encendido contra Marruecos parecen curiosamente ausentes. Este silencio pone de relieve un doble rasero inaceptable en la cobertura mediática de los derechos humanos.
En enero de 2023, un evento similar, presentado por el grupo de la Izquierda Unitaria Europea, había provocado una ola de indignación entre estos mismos críticos. Durante una votación contra Marruecos, fueron rápidos en reaccionar, multiplicando artículos y comentarios en redes sociales para denunciar la situación. Su entusiasmo por denunciar los abusos presuntos era palpable, lo que hace que su silencio actual sea aún más impactante. Este contraste interroga la sinceridad de su compromiso con los derechos humanos y plantea dudas sobre la coherencia de su discurso.
La posición de algunos eurodiputados respecto a la liberación de Sansal, en particular la de Rima Hassan (La Francia Insumisa), que votó en contra de la resolución sobre Argelia, añade una capa de complejidad a esta dinámica. Su negativa a apoyar una iniciativa en favor de los derechos humanos parece contradecir sus anteriores posturas, lo que suscita aún más interrogantes sobre sus lazos ambiguos con el régimen argelino. En un intento de mejorar su imagen, su partido, «LFI», defendió su decisión afirmando ante la prensa francesa que un voto en contra de Argelia podría haber agravado las relaciones ya tensas con este país.
El silencio de los detractores de Marruecos respecto a la situación en Argelia no se limita a una incoherencia o a un incumplimiento ético. También revela los verdaderos rostros de estos mercenarios de la pluma, al servicio del régimen militar argelino. Estos parecen obedecer a las órdenes de caporales que dictan sus acciones, actuando en función de una ideología retrógrada y antidemocrática, con el objetivo de pisotear los derechos humanos y silenciar la libertad de expresión.