Hicham Jerando desenmascarado: cuando el activismo oculta una red de tráfico de personas hacia Canadá.

El arresto de Chaimae I., ciudadana marroquí establecida en Canadá, al llegar al aeropuerto internacional Mohammed V de Casablanca, por parte de la Brigada Nacional de la Policía Judicial, ha levantado el velo sobre uno de los aspectos más oscuros del perfil criminal de Jerando: la transformación del activismo digital en una tapadera para toda una red organizada de migración ilegal y extorsión.
Según fuentes coincidentes citadas por Salim Bekkali (@SalimBekkali), la sospechosa trabajaba en una agencia especializada en tramitar expedientes de inmigración a Canadá. Pero esa actividad era solo una fachada. En realidad, funcionaba como un soporte logístico para facilitar la inmigración irregular, a cambio de sumas de dinero extorsionado a víctimas incautas, atraídas por los vídeos en YouTube de Jerando, con tono tranquilizador, en su canal @Tahadi.
https://x.com/SalimBekkali/status/1937479980390502646

Lo que despierta sospechas es que, desde 2023, la actividad de Jerando en este ámbito alcanzó un pico inquietante. Publicaba repetidamente sobre procedimientos migratorios, presentándose como asesor experimentado, aunque carecía de acreditación o competencias legales. Tras un discurso persuasivo, construía un sistema paralelo de estafa, explotando la desesperación de jóvenes marroquíes que soñaban con el “Eldorado canadiense” para obtener beneficio económico.

Ante este panorama, es fundamental que los investigadores de la Brigada Nacional de la Policía Judicial concentren sus esfuerzos en un examen detallado de los lazos entre la sospechosa y Jerando, a fin de comprender los mecanismos exactos detrás de las sospechas sobre la facilitación de la migración irregular hacia Canadá. Esta labor permitirá no solo determinar responsabilidades, sino también prevenir la repetición de este tipo de actividades criminales.
Si las autoridades canadienses decidieran abrir una investigación exhaustiva sobre las acciones de Jerando, pondrían al descubierto los engranajes de un sistema bien aceitado en el que él explotó la vulnerabilidad de numerosos aspirantes a inmigrantes, vendiéndoles la ilusión de un futuro en Canadá a cambio de sumas considerables. Tras esa fachada hay oculta una auténtica red transnacional, operando entre Marruecos y Canadá, especializada en la organización de la migración irregular y sustentada en el abuso de confianza, la manipulación y el lucro ilegal.
Con sus prácticas fraudulentas, Jerando violó el artículo 117 de la Ley canadiense de Inmigración (Immigration and Refugee Protection Act), que prohíbe organizar, incitar, ayudar o favorecer la entrada a Canadá de personas en violación de la ley. Esta infracción se castiga con una multa de hasta 500 000 CAD y/o 10 años de prisión (hasta 14 años en caso de reincidencia).

Por lo tanto, dada la gravedad de los hechos revelados, es imperativo que las autoridades canadienses adopten una política de tolerancia cero y valoren plenamente la amenaza que representa Hicham Jerando, cuyas actividades superan con creces un simple activismo en línea. Actualmente, él aparece como uno de los pivotes de una red transnacional que combina migración ilegal, estafa financiera y manipulación ideológica.
El supuesto “whistleblower” Hicham Jerando, que gustaba presentarse como víctima de un sistema represivo, aparece hoy bajo otra luz: la de un estafador organizado, que utiliza causas nobles como los derechos humanos para esconder prácticas mafiosas.
La opinión pública marroquí, durante mucho tiempo testigo de sus incendiarias actuaciones digitales, descubre ahora el reverso de la moneda: un influencer manipulador de métodos cuestionables, que explota la credibilidad de las redes sociales para infiltrar la esfera migratoria y extorsionar a los más vulnerables.
Su presencia en Canadá no debe constituir en ningún caso un escudo de impunidad, ya que equivaldría a ofrecerle una zona de confort a un individuo sospechoso de actividades criminales graves. El silencio o la inacción de las autoridades canadienses ante estos actos equivaldrían a tolerar, incluso legitimar, un sistema fraudulento bien engrasado, que no solo explota la desesperación de los aspirantes a inmigrantes, sino que también ha contribuido a minar la confianza en las instituciones y a causar graves daños humanos y sociales.