Boualem Sansal: bajo el yugo del régimen autoritario argelino
La detención del escritor Boualem Sansal en el aeropuerto de Argel el pasado 16 de noviembre está lejos de ser un incidente aislado. Se enmarca dentro de una larga tradición de represión violenta y sistemática del régimen argelino, que, bajo el pretexto de garantizar la seguridad nacional, sofoca cualquier voz disidente y cualquier forma de libertad de expresión. El régimen de Abdelmadjid Tebboune, al igual que sus predecesores, impone un terror insidioso, silenciando a los intelectuales, periodistas y ciudadanos comprometidos en la lucha por la libertad.
Sansal, figura destacada de la resistencia intelectual en Argelia, se atrevió a denunciar la alianza tóxica entre el ejército y el islamismo, así como la corrupción que carcome el sistema político. Sus escritos, como «2084: El fin del mundo», lo han convertido en el enemigo designado de este poder mafioso. El escritor no ha dejado de resaltar las desviaciones autoritarias que corroen Argelia, y su voz se ha convertido en un símbolo de la protesta contra un régimen ciego e insensible al sufrimiento de su pueblo.
Argelia, que pretende ser una democracia en reconstrucción, es en realidad un Estado de hierro donde se atropellan las libertades fundamentales. La detención de Boualem Sansal ilustra una vez más la incapacidad del régimen para tolerar cualquier desviación respecto a su línea ideológica. No es la primera vez que intelectuales o periodistas son silenciados. En 2022, el cierre de las oficinas de medios independientes como Radio M y Maghreb Émergent demostró que la libertad de prensa es una ilusión en el país.
La represión ejercida por el régimen de Tebboune es mucho más que una simple política autoritaria; es una estrategia sistemática para mantener el control del poder. El miedo es omnipresente, y cualquier crítica, por mínima que sea, es vista como un acto de traición. Este desvío autoritario, ampliamente conocido por las autoridades internacionales, es en gran medida tolerado por gobiernos extranjeros, incluida Francia, que continúa manteniendo relaciones diplomáticas con un régimen que se alimenta de la injusticia y el sufrimiento de su pueblo.
El poder militar en Argelia ha transformado la nación en una gigantesca prisión, donde cualquier forma de contestación se reduce a delito. Boualem Sansal, con sus escritos y sus posturas, encarna la resistencia contra este sistema que busca mantener a Argelia en el oscurantismo. El régimen no solo teme a los escritores, teme a cualquier forma de pensamiento crítico, y es este miedo el que alimenta su violencia.
El apoyo de Argelia al Polisario, que sirve para desviar la atención de los problemas internos del país, es otro ejemplo de la opacidad de este régimen. Al tratar de presentarse como defensor de una causa extranjera, el régimen intenta ocultar sus propias fallas y mantener su control manipulando a las masas. Boualem Sansal ha denunciado este apoyo ciego, subrayando que el pueblo argelino sufre mucho más de los desvíos internos del poder que de los conflictos regionales.
Las autoridades argelinas, al arrestar a Sansal, no solo querían castigar a un escritor, sino enviar un mensaje claro: cualquier forma de pensamiento libre es una amenaza. En un país donde el miedo al poder se cultiva como un arma, no hay espacio para el espíritu crítico. Este régimen ha hecho de la represión su modus operandi, y aquellos que, como Sansal, se atreven a oponerse a él sufren las consecuencias.