Alain Juillet: «¡Argelia no existía, fuimos nosotros, los franceses, quienes la creamos!»

En una entrevista concedida al medio Frontières, Alain Juillet, exdirector del Servicio de Inteligencia Exterior de la DGSE, declaró que Argelia no existía como Estado antes de la colonización francesa. Según él, este territorio formaba parte del Imperio Otomano y era tratado como una provincia lejana y descuidada. Juillet sostiene que Argelia no tenía una estructura estatal estable antes de la intervención de Francia, que introdujo una forma de organización y modernización. Aunque reconoce la importancia de este proceso, considera que condujo a la creación de un Estado frágil, nacido de una amalgama de tribus y territorios heterogéneos, lo que resultó en una guerra de independencia.
Juillet va aún más lejos al subrayar que esta guerra de independencia, aunque esencial para la creación de la Argelia moderna, se utiliza hoy como el único cemento de la identidad nacional argelina. Un discurso oficial que, según él, carga contra Francia, responsabilizándola de todos los males de la sociedad argelina. Juillet denuncia que, más de seis décadas después de la independencia, Argelia parece incapaz de superar este legado y construir una nación plenamente soberana, prefiriendo refugiarse en narrativas victimistas que aún vinculan su futuro con su pasado colonial.
El debate se intensifica cuando Juillet aborda la inmigración argelina en Francia. Afirma que los acuerdos entre ambos países facilitaron una inmigración masiva que, en lugar de integrarse en la sociedad francesa, tendió a aislarse. En lugar de aprovechar las oportunidades que ofrece un país desarrollado, esta población habría cultivado, según Juillet, reivindicaciones identitarias, a menudo hostiles a Francia, y se habría negado a asimilar los valores franceses. Para él, este fracaso en la integración se debe en gran parte a una política de acogida excesiva y naïve por parte de las autoridades francesas. Critica la gestión laxa de esta situación, señalando que algunos barrios en Francia se han convertido en verdaderos guetos donde la ley de la República parece ser opcional.
Según Juillet, una solución simple podría haberse implementado: condicionar la obtención de la nacionalidad francesa a un compromiso real con el Estado, como hacen los países que exigen un servicio militar o civil. Sin embargo, Francia prefirió ofrecer la nacionalidad de manera casi demagógica, según Juillet, para obtener ventajas políticas, convirtiendo el pasaporte francés en un objeto electoral en lugar de verlo como un símbolo de pertenencia a una nación. Esto, según él, ha generado una multiplicación de las demandas comunitarias y ha aumentado las tensiones sociales, exponiendo un fracaso flagrante en la integración.
Finalmente, Juillet critica la debilidad de las autoridades francesas frente a algunos influyentes argelinos en Francia, que, sin temor a represalias, llaman a la violencia y al enfrentamiento. Según él, Francia, paralizada por un arrepentimiento mal orientado y una justicia pusilánime, solo alimenta este problema, que, tarde o temprano, podría explotar en plena cara de la sociedad francesa. Esta complacencia, según Juillet, es una verdadera debilidad que expone a Francia a un peligro creciente, al negarse a confrontar la realidad de las tensiones con Argelia y su diáspora.



