Milicianos del polisario radicalizados se unen a Al Qaeda y Daesh en el Sahel

Los servicios de inteligencia españoles han lanzado una seria advertencia ante el preocupante aumento de saharauis en los grupos yihadistas que operan en el Sahel. Según un informe confidencial del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), citado por La Vanguardia, combatientes saharauis radicalizados procedentes de los campamentos de Tinduf en Argelia se han unido a las filas de Al Qaeda y Daesh, ocupando incluso puestos de liderazgo.

Este fenómeno afecta especialmente al llamado “triángulo del Sahel” – Mali, Burkina Faso y Níger – donde los grupos armados imponen su ley frente a gobiernos debilitados. El informe señala que algunos de estos yihadistas saharauis fueron beneficiarios en su infancia del programa español Vacaciones en Paz, viviendo con familias de acogida antes de radicalizarse.

El CNI alerta que estos individuos, hispanohablantes y bien integrados en la cultura española, representan un riesgo mayor para la seguridad europea. Su conocimiento del país les permite actuar de forma discreta, movilizar actores solitarios y organizar atentados sin levantar sospechas.

Dos organizaciones terroristas son destacadas: Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), afiliada a Al Qaeda, y Daesh – Provincia de África Occidental (ISWAP). Este último cuenta con un número creciente de saharauis radicalizados y se caracteriza por su extrema violencia.

Los recientes atentados registrados a comienzos de junio, durante la celebración del Aíd al-Adha, confirman la gravedad de la amenaza: más de 400 soldados malienses fueron asesinados por milicias yihadistas en pocos días. En Burkina Faso, la inseguridad también es generalizada.

El informe subraya el ascenso de Iyad Ag Ghali, considerado el nuevo “señor de la guerra” del Sahel. Al mando de un ejército de más de 6.000 combatientes, se enfoca en controlar las zonas rurales antes de lanzar ataques contra las capitales regionales.

Para los analistas antiterroristas españoles, el Sahel representa ahora una amenaza directa para Europa. España teme que la región se transforme en un santuario fuera de control para el terrorismo internacional, justo a sus puertas. Por último, esta deriva extremista también se alimenta de la precaria situación en los campamentos saharauis: pobreza extrema, falta de oportunidades, dependencia de ayuda internacional y sensación de abandono. Este entorno desesperado es ideal para la radicalización

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