Think Tank estadounidense: la ONU debe dejar de reconocer al polisario como «representante» de los saharauis

El debate sobre el conflicto del Sahara continúa dividiendo opiniones, especialmente entre los think tanks estadounidenses. Con la reciente confirmación por parte de Washington del reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara, y la autonomía como único marco de negociación, las críticas ahora se centran en el Frente Polisario y su falta de legitimidad. Michael Rubin, investigador del American Enterprise Institute, es uno de los expertos que expresa las preocupaciones más vehementes al respecto. En sus análisis, denuncia la influencia persistente del polisario y pide una revisión de la posición de la ONU sobre esta cuestión.

El Frente Polisario, nacido durante la Guerra Fría, es calificado por Rubin como un «vestigio» de esa época, sin legitimidad ni apoyo popular real. Destaca que el grupo fue apoyado por Argelia, que lo fundó con la ayuda de la Unión Soviética y Cuba, en un contexto geopolítico destinado a contrarrestar a Marruecos. Según él, esta organización fue utilizada por Argelia para influir en las negociaciones y desviar la ayuda humanitaria destinada a los campos de refugiados. Rubin considera que es hora de que la ONU deje de reconocer al Polisario como representante de los saharauis y que esta ficción se abandone definitivamente.

Esta crítica se une a las posiciones expresadas por otros expertos como Eugene Kontorovich de la Heritage Foundation, quien ha denunciado el fracaso de la Minurso, la misión de las Naciones Unidas encargada de organizar un referéndum sobre el estatus del Sahara Occidental. Según Kontorovich, después de décadas de ineficacia, esta misión se ha vuelto obsoleta e inútil, y Estados Unidos debería poner fin a su financiación. Otros analistas, como Sarah Zaaimi del Rafik Hariri Center, también subrayan la ineficacia de la Minurso, que, aunque supervisa el alto el fuego, no ha contribuido a la estabilidad ni a la resolución del conflicto.

La cuestión del desvío de la ayuda humanitaria en los campos de Tinduf también se plantea como una preocupación principal. Los informes sugieren que esta ayuda a menudo es desviada y revendida en mercados como el de Nouadhibou en Mauritania, lo que alimenta prácticas de corrupción. Este fenómeno refuerza las críticas al Polisario, acusado de explotar la situación para sus propios intereses políticos y económicos, mientras desvia los recursos que deberían destinarse a las poblaciones saharauis.

En respuesta a esta situación, Michael Rubin aboga por el Movimiento Saharaui por la Paz, un grupo que considera más moderado y legítimo, rechazando la violencia y buscando el consenso de la población saharaui. Rubin afirma que este movimiento podría constituir una alternativa viable al Polisario y su política de guerra. Propone que Washington apoye a esta nueva organización como el verdadero representante de los saharauis, poniendo fin al reconocimiento del Polisario por parte de la ONU.

La eficacia de la Minurso también es cuestionada por otros expertos. Según Sarah Zaaimi, aunque la misión de la ONU se creó para organizar un referéndum, ha fracasado en cumplir su mandato y ha contribuido a la parálisis del proceso. A pesar de la presencia de la misión desde 1991, la situación sigue estancada, sin avances significativos hacia una solución duradera. Además, la Minurso no ha logrado enfrentar los problemas de terrorismo y tráfico en la región, dejando estas tareas a los ejércitos de Marruecos y Argelia.

Por último, la posición estadounidense sobre el Sahara ha evolucionado bajo la administración de Trump, y ha sido reafirmada por la administración actual. El Secretario de Estado, Marco Rubio, confirmó que Estados Unidos reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sahara y apoya su plan de autonomía como la única solución realista al conflicto. Esta posición se fortaleció durante la visita de Nasser Bourita a Washington, donde el gobierno estadounidense insistió en la necesidad de iniciar negociaciones serias e inmediatas entre las partes. Esta postura demuestra un fuerte apoyo a Marruecos, mientras que el Polisario parece cada vez más aislado en la escena internacional.

La misión de Staffan de Mistura, enviado personal de la ONU para el Sahara, podría estar a punto de llegar a un punto decisivo. Las críticas a su gestión de la situación y el fracaso prolongado del proceso de negociación hacen incierto el futuro de la Minurso y de la ONU en este asunto. Si la situación sigue igual, algunos expertos sugieren que la solución podría surgir fuera del marco de las Naciones Unidas, con un enfoque diferente que podría responder mejor a las realidades del terreno y a las aspiraciones de los saharauis.

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