Cuando el demonio de la paranoia se apodera de Alilou Lmlawet

Antes periodista, hoy maestro en el arte de las mentiras, Alilou Lmlawet se ha dejado arrastrar por un abismo sin fondo. Libre de todo freno en YouTube, nos impone un nuevo capítulo de su delirio obsesivo: «Marruecos bajo el dominio del makhzen». Como fiel eco del régimen militar argelino, recicla clichés gastados hasta la extenuación para oscurecer la imagen del país, transformando la realidad en una pesadilla laberíntica.

Su paranoia exacerbada se despliega en escenas grotescas, cada vídeo convirtiéndose en un teatro de sombras ridículas, donde lo absurdo se mezcla con la burla más negra. En su último episodio, nuestro Lucifer autoexiliado lleva la locura al extremo al acusar a un ministro marroquí de Justicia de ser una marioneta, atrapada por una «estructura secreta» con apariencia de conspiración de ultratumba.

Se intuyen las tinieblas: reuniones clandestinas en sótanos húmedos, expedientes clasificados hasta el infinito, y Hamid El Mehdaouy, trágica marioneta, mártir de un sistema oculto. Una tarjeta de prensa «honorífica», regalo de una ONG española fantasma, una quimera de la que nadie ha oído hablar, ni siquiera en sus peores pesadillas.

Pero el colmo del grotesco llega cuando Lmlawet invoca un conflicto imaginario entre la DGST y la DGED, una lucha fratricida que solo existe en los recovecos de una imaginación enferma o en los delirios de una siesta demasiado larga. Para completar esta historia delirante, desentierra a un tal Mehdi Hijaouy, al que erróneamente etiqueta como antiguo número dos de la DGED, cuando en realidad no es más que la sombra de un impostor conocido por sus estafas, un patético títere en su teatro de mentiras.

Con Alilou no hace falta la verdad: le basta un micrófono, una cámara y un ego desmedido para esparcir su veneno. Como un prestidigitador del odio, convierte cada rencor personal en una tormenta de escándalo. Pero detrás del telón de esta mascarada, solo queda una realidad: no es Marruecos el que se hunde, es él quien se ahoga, engullido por su propia mediocridad y sus demonios internos.

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