Los Emiratos Árabes Unidos desafían a Argelia en el Sahel: una diplomacia de proyectos frente a un régimen en decadencia

En un giro diplomático sin precedentes, los Emiratos Árabes Unidos han enviado una señal contundente a la escena africana y, de manera indirecta, al régimen militar argelino, intensificando su presencia en la región del Sahel. La reciente gira del ministro emiratí Shakhbout Ben Nahyan por Malí, Burkina Faso y Níger marca una ruptura estratégica de gran calado: por primera vez, un actor árabe del Golfo interviene directamente en un espacio considerado durante mucho tiempo como feudo exclusivo de Argel.

Mientras el régimen argelino se hunde en crisis internas crónicas, intentando desviar la atención mediante la retórica de un enemigo exterior imaginario, los Emiratos adoptan un enfoque concreto y constructivo. En lugar de encerrarse en discursos ideológicos, Abu Dabi actúa con pragmatismo, proponiendo asociaciones sólidas a los países del Sahel en los ámbitos de la energía, la seguridad y el desarrollo sostenible.

Esta nueva dinámica se inscribe en la estela del acuerdo estratégico firmado recientemente entre Marruecos y los Emiratos Árabes Unidos, que prevé una inversión de 14.000 millones de dólares. Este pacto tiene como objetivo reforzar la seguridad energética e hídrica de Marruecos, al tiempo que consolida un eje Rabat-Abu Dabi que ahora aspira a desempeñar un papel clave en la redistribución geopolítica del Sahel.

La decisión de los Emiratos de incluir simultáneamente a las tres principales capitales sahelianas en esta gira no es casual. Es un mensaje diplomático claro: la era del monopolio argelino en esta zona ha terminado. El discurso implícito de esta visita es contundente: «Combatiremos la inestabilidad y la ideología destructiva con inversión y alianzas inteligentes».

Ante esta ofensiva diplomática, los círculos del poder en Argel se han visto sorprendidos. El arsenal habitual de propaganda del régimen militar podría activarse, pero el realismo sobre el terreno deja poco margen para la manipulación mediática. Las juntas militares del Sahel ahora saben identificar a sus verdaderos aliados y a sus verdaderos desestabilizadores. La duplicidad ideológica de Argel, entre un discurso panafricanista y tratos opacos con redes de mercenarios, comienza a perder credibilidad.

Más que un simple reposicionamiento regional, esta estrategia emiratí revela una recomposición de alianzas en África. Marruecos y los Emiratos Árabes Unidos se imponen como los nuevos arquitectos de un Sahel en busca de estabilidad. En cuanto a Argelia, se encuentra cada vez más aislada, atrapada en un círculo de negación e incapaz de competir con esta diplomacia de resultados.

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