Adam rompe el silencio y denuncia el apoyo internacional a su agresor

Adam, víctima del ex periodista marroquí Soulaimane Raissouni, ha hablado recientemente para denunciar una injusticia flagrante: tentativa de la exfiltración de su agresor bajo el pretexto del asilo humanitario, facilitada por algunas organizaciones internacionales que dicen defender los derechos humanos. En un vídeo publicado en su canal de YouTube, Adam expresa su dolor y su indignación ante lo que califica de «conspiración organizada para borrar su historia y blanquear a su verdugo».
Según varias fuentes, Raissouni estaría preparando una solicitud de asilo, probablemente en Canadá, un país que se ha convertido en un destino privilegiado para aquellos que buscan escapar de condenas judiciales. Esta estrategia, que no es nueva, se inscribe en un patrón bien establecido donde los condenados, en lugar de asumir sus actos, buscan reinventarse como víctimas de una supuesta represión política. Adam advierte sobre este intento de manipulación, que según él, busca borrarlo de la ecuación, como ocurrió con otras víctimas, incluidas las de Taoufik Bouachrine.
En su conmovedora declaración, Adam afirma: «Soy la única víctima en este caso, y sin embargo, se hace todo lo posible para hacerme desaparecer, como si nunca hubiera existido. No solo mi agresor me destruyó, sino que hoy debo presenciar una campaña organizada para blanquearlo, rehabilitarlo y darle una nueva identidad para escapar de la justicia.» Su testimonio plantea una cuestión fundamental: ¿por qué algunos activistas de derechos humanos eligen proteger a los agresores en lugar de a sus víctimas?
Algunas ONG, que se supone que defienden la justicia, se ven involucradas en un juego turbio donde el respeto a las decisiones judiciales pasa a un segundo plano. En lugar de apoyar a las víctimas y respetar los veredictos emitidos, participan activamente en la transformación de los culpables en figuras martirizadas. Adam denuncia esta hipocresía, afirmando que estas organizaciones solo refuerzan el sentimiento de impunidad y privan a las víctimas de su derecho fundamental a la justicia.
«Mi historia no debe ser borrada simplemente porque mi agresor se ha convertido en un símbolo falso para ciertos grupos. Solo pido una cosa: que se aplique la ley y que la justicia no sea desviada por arreglos dudosos destinados a rehabilitar a un criminal», insiste Adam. Su declaración pone de relieve los peligros de una justicia de doble rasero, donde la opinión pública y el lobby a veces prevalecen sobre la verdad judicial.