Mehdi Hijaouy, el estafador que intenta rehacerse una virginidad mediática con la complicidad del diario «Le Monde»

La historia se repite, pero ya no engaña a nadie. Tras haber abusado de la confianza de decenas de víctimas en Marruecos, Europa y América del Norte, Mehdi Hijaouy intenta hoy una nueva maniobra: presentarse como víctima de un supuesto ajuste de cuentas entre servicios marroquíes. Para ello, se ofrece las columnas del diario «Le Monde», que utiliza como caja de resonancia para intentar lavar una imagen manchada por años de estafas, manipulaciones y falsificaciones.
El artículo publicado el 17 de julio de 2025 en el diario francés pretende revelar que Mehdi Hijaouy es víctima de una maquinación orquestada por los servicios secretos marroquíes. Sin embargo, detrás de la puesta en escena de un «ex alto cargo» forzado al exilio, se esconde un delincuente notorio, expulsado de los servicios en 2010 por faltas graves. Lejos de ser un agente de élite, Hijaouy no era más que un ejecutante sin envergadura, cuya especialidad consistía en adular, mentir y manipular para abrirse puertas.
Desde su expulsión, ha construido meticulosamente un personaje ficticio: “asesor en inteligencia”, “cercano al Palacio”, “intermediario privilegiado”. Gracias a estos falsos títulos, logró montar estafas a gran escala, prometiendo inversiones, autorizaciones, permisos de residencia y acceso a círculos de poder… a cambio de sumas importantes, que luego hacía desaparecer. Los expedientes son contundentes: varias denuncias, pruebas materiales, testimonios concordantes e incluso una orden de arresto internacional.
¿Y qué hace Hijaouy? Moviliza sus contactos en los medios franceses y a sus cómplices, como Ali Lmrabet y Hicham Jerando, para invertir la carga: ya no sería el autor del daño, sino su víctima. Ya no sería el manipulador, sino el perseguido.
Este giro de roles no solo es indecente para las verdaderas víctimas, sino también peligroso para la credibilidad del periodismo. Le Monde, al prestar su pluma a un hombre tan comprometido, sin verificación rigurosa de los hechos judiciales, se convierte en instrumento de un intento de blanqueo mediático. Diluye la frontera entre información y manipulación, entre periodismo y propaganda de estafador.