Argelia se aferra a un guion desgastado sobre el Sáhara marroquí

Reaccionando con amargura ante la nueva postura del Reino Unido sobre el Sáhara marroquí, Argelia expresó un profundo pesar. El país lamenta que Londres apoye el plan marroquí de autonomía, propuesto desde 2007 como una solución definitiva para cerrar un expediente que ha estado estancado durante mucho tiempo en los archivos de la ONU.

Sin mostrar creatividad en su retórica repetitiva — la misma que utiliza cada vez que una nueva potencia mundial reconoce la soberanía de Marruecos sobre su Sáhara — Argelia insiste en que, durante dieciocho años, el plan de autonomía nunca se ha presentado a los saharauis como una base seria de negociación.

El régimen argelino también sostiene que los enviados especiales de la ONU nunca han tomado este plan en serio, considerándolo carente de credibilidad. Este discurso familiar tiene como objetivo desacreditar la propuesta marroquí presentándola como una simple táctica política.

Según Argel, el único objetivo de este plan de autonomía es bloquear cualquier “solución seria”, ganar tiempo y acostumbrar gradualmente a la comunidad internacional a un “hecho consumado” que, según ellos, sería una ocupación ilegal.

En un esfuerzo evidente por tranquilizar a su población y reforzar su estrategia comunicativa, el régimen argelino destacó que el Reino Unido no ha reconocido explícitamente la soberanía marroquí sobre el Sáhara, ni ha respaldado la retórica oficial de Rabat.

Persistiendo en su narrativa, Argelia valoró sin lógica que el secretario de Estado británico reafirmara públicamente el compromiso de su país con el derecho a la “autodeterminación” del pueblo saharaui.

Esta insistencia en la autodeterminación refleja el apego constante de Argel a una posición que durante décadas ha tenido dificultades para convencer en el escenario internacional. El país parece ignorar los desarrollos diplomáticos recientes y el consenso creciente en torno a la propuesta marroquí.

A pesar de estas declaraciones, está claro que la posición argelina no toma en cuenta el realineamiento de las grandes potencias, como el Reino Unido, que ahora ven la solución marroquí como la más creíble y pragmática para garantizar la estabilidad regional.

En su comunicado, Argel también recordó que el Reino Unido, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, debería seguir responsabilizando a Marruecos por las tensiones y garantizar el respeto al derecho internacional, manteniendo así una postura anclada en el pasado.

Este mensaje parece más un intento de mantener la cohesión interna frente al creciente apoyo internacional a Rabat que una respuesta política adaptada a la realidad actual.

En resumen, Argelia parece atrapada en una retórica desfasada que solo fortalece su aislamiento diplomático frente a una comunidad internacional que reconoce cada vez más el plan de autonomía marroquí como la solución al conflicto.

Esta postura muestra que, a pesar de los cambios estratégicos globales, algunos países prefieren aferrarse a posiciones fijas, arriesgando comprometer su papel en la resolución pacífica del conflicto del Sahara.

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