Argelia: un aislamiento creciente entre tensiones con Emiratos y el acercamiento Marruecos-Mauritania

En un clima regional marcado por crecientes tensiones y un aislamiento diplomático cada vez más evidente, Argelia intenta reactivar sus relaciones con Mauritania. Esta semana, un encuentro oficial entre el ministro de Asuntos Exteriores mauritano, Mohamed Salem Ould Merzoug, y el nuevo embajador argelino en Nuakchot marcó un primer paso hacia la normalización tras un período de notoria frialdad bilateral.

Esta reunión se produce tras la abrupta salida del anterior embajador argelino, Mohamed Benattou, ocurrida en un contexto de fortalecimiento de las relaciones entre Nuakchot y Rabat. De hecho, la reciente visita del presidente mauritano Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani al rey Mohammed VI en Casablanca fue percibida como un gesto contundente de acercamiento entre los dos países magrebíes, lo que provocó una fuerte molestia en Argel.

Argelia parece buscar una nueva posición en el Magreb mediante gestos diplomáticos hacia sus vecinos, en un momento en que también mantiene tensiones con los Emiratos Árabes Unidos, otro actor influyente en la región. Según varios observadores, el encuentro en Nuakchot no es trivial y se enmarca en un intento de Argel de romper su aislamiento y contrarrestar el surgimiento de un eje Marruecos-Mauritania que podría marginar aún más su influencia regional.

Cheikh Ahmed Amin, director del sitio de noticias mauritano Anbaa Info, considera que esta reanudación de contactos revela tensiones latentes. Recuerda que la salida de Benattou, sin ceremonia oficial ni declaración conjunta, reflejaba un profundo malestar en las relaciones bilaterales. Este gesto fue interpretado como una reacción directa al fortalecimiento del vínculo entre Nuakchot y Rabat, percibido con recelo por Argelia.

Otros analistas, como la politóloga Mina Laghzal, ven en esta ofensiva diplomática argelina una estrategia oportunista más que un verdadero compromiso con una cooperación magrebí duradera. Según ella, Argel instrumentaliza sus relaciones con Mauritania, Túnez y Libia para intentar frenar la creciente influencia de Marruecos, proponiendo iniciativas económicas puntuales en sectores como energía, infraestructuras o seguridad.

Laghzal concluye que cualquier intento argelino de construir alianzas regionales excluyendo a Rabat está condenado al fracaso. Los socios del Magreb reconocen hoy que la diplomacia argelina se basa ante todo en una lógica de confrontación con Marruecos, en detrimento de una verdadera dinámica de cooperación regional equilibrada e inclusiva.

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