GenZ212: la desintegración de un movimiento agotado

La movilización del pseudomovimiento GenZ212 muestra hoy signos claros de un agotamiento irreversible. Apenas una veintena de personas se reunieron ayer frente al Parlamento en Rabat, confirmando el evidente rechazo popular del que es objeto. Lejos del impulso inicial, las concentraciones, cada vez más escasas y sin fuerza, reflejan el agotamiento de una dinámica incapaz de reavivar la llama de la movilización ciudadana.

Presentado al principio como la voz de una juventud marroquí en busca de renovación, GenZ212 se desvió rápidamente. Sus legítimas demandas sociales —empleo, educación, vivienda— fueron relegadas a un segundo plano en favor de discursos confusos y politizados. Este desvío sembró la discordia dentro del movimiento, provocando profundas divisiones internas y la pérdida de una orientación clara. La ausencia de un liderazgo fuerte y creíble solo agravó esta desorganización.

Estas fracturas internas se tradujeron en la retirada progresiva de varias fracciones y figuras fundadoras, debilitando aún más la estructura del movimiento. Esta fragmentación privó a GenZ212 de toda cohesión, haciendo imposible la elaboración de un proyecto común y coherente. En ausencia de una dirección unificada, cada grupo siguió su propio rumbo, reforzando la imagen de un movimiento dividido y sin rumbo.

En el terreno, la juventud llamada a llevar esta dinámica se encuentra desorientada. Muchos jóvenes, antes seducidos por las promesas de un compromiso colectivo, se sienten hoy traicionados y desilusionados. La confusión de los mensajes, las disputas internas y el oportunismo de algunos han minado la confianza y sofocado cualquier ambición de cambio real.

El veredicto de la opinión pública es inequívoco: GenZ212 ya no representa la esperanza, sino la desilusión. Al apostar por la provocación y la victimización en lugar de propuestas constructivas, el movimiento se ha aislado y vaciado de contenido. Lo que debía ser un impulso ciudadano se ha transformado en una cáscara vacía, minada por la división, la pérdida de referencias y la ausencia de un verdadero liderazgo.

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