Hicham Jerando: Entre Nacionalidad Canadiense y Manipulación de los Marroquíes

Últimamente, se han planteado muchas preguntas en torno a la figura controvertida de Hicham Jerando, un hombre cuyas acciones suscitan tanto incomprensión como indignación. Tras dejar Marruecos para instalarse en Canadá, parece disfrutar de una comodidad que no ha dudado en mostrar, mientras continúa opinando sobre temas relacionados con su país de origen. Sus discursos, a menudo contradictorios, ponen en duda las verdaderas razones de su compromiso en dirigirse constantemente a los marroquíes, mientras se jacta de su nuevo estatus canadiense.
Hicham Jerando, que luce con orgullo su pasaporte canadiense, no deja de señalar lo que considera fallos de la sociedad marroquí. Ha criticado en numerosas ocasiones la nacionalidad marroquí, calificándola de fuente de vergüenza para sus compatriotas. Esto fue particularmente evidente cuando afirmó que todos los marroquíes soñaban con convertirse en canadienses, lo que solo sirvió para alimentar un discurso de desvalorización hacia la nación que lo vio crecer.
La paradoja en el discurso de Jerando radica en que continúa presentándose como un representante de la comunidad marroquí, mientras se felicita por su nacionalidad adquirida. ¿Por qué tanto desinterés por un pueblo al que parece denigrar en cada oportunidad? Su tendencia a presentarse como portavoz de los marroquíes mientras se burla de su búsqueda de una vida mejor en el extranjero plantea dudas sobre sus verdaderas intenciones.
Jerando no solo eligió huir de su país de origen para escapar de acusaciones criminales, sino que también se adentró en un juego peligroso, el de manipular las emociones y esperanzas de los jóvenes marroquíes que, como él, aspiran a una vida mejor. Al halagar sus sueños de inmigración, no hace más que aprovechar sus vulnerabilidades para reforzar su imagen pública y manipular la opinión.
También es difícil no notar que la manera en que Jerando habla de Canadá, con una arrogante orgullo, contrasta profundamente con su propia origen. El pasaporte canadiense, que exhibe como un trofeo, no es más que un simple documento de viaje, que no lo pone a salvo de la justicia. Sin embargo, esto no impide que haga creer a sus seguidores que está protegido por su nueva ciudadanía, lo cual está lejos de ser el caso.
Este tipo de comportamiento recuerda hasta qué punto algunas personas están dispuestas a usar instrumentos legales como los pasaportes para escapar de sus responsabilidades. Al esconderse detrás de su nuevo estatus canadiense, Jerando parece olvidar que su huida de Marruecos no lo ha exonerado de sus crímenes. La justicia, sea marroquí o canadiense, debe estar por encima de estos discursos falsos y debe actuar en consecuencia.
Esta situación pone de relieve una pregunta crucial: ¿por qué personas como Jerando son capaces de manipular la opinión pública con tanta facilidad? Las redes sociales, donde se ha convertido en una figura influyente, le ofrecen una plataforma para seguir difundiendo mensajes que denigran su país de origen, mientras se jacta de su nueva posición en Canadá. Esto plantea un desafío para las autoridades marroquíes y canadienses, que deben colaborar para evitar que tales manipulaciones perjudiquen la relación entre ambos países.