Francia reevalúa su política de inmigración tras el atentado de Mulhouse

Francia está a punto de revisar su política de control de la inmigración tras el atentado islamista mortal ocurrido este sábado en Mulhouse, perpetrado por un argelino en situación irregular y fichado por terrorismo. El ataque costó la vida a un hombre portugués de 69 años, y tres policías resultaron heridos. El criminal, un argelino de 37 años, Brahim A., ya tenía un pasado judicial preocupante. Aunque fue encarcelado por apología del terrorismo tras los ataques de Hamas en Israel en octubre de 2023, no fue expulsado, a pesar de los múltiples intentos de las autoridades francesas.

El ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, anunció que el primer ministro, François Bayrou, ha convocado para el miércoles un «comité de control de la inmigración». Este comité intergubernamental tendrá como misión presentar informes detallados sobre las dificultades que enfrenta Francia para expulsar a extranjeros, especialmente aquellos provenientes de países con los que las expulsiones son particularmente complejas.

Las autoridades francesas se enfrentan particularmente a Argelia, el país de origen del autor del atentado. Este, tras haber sido condenado a prisión, había sido colocado en un centro de retención a la espera de su expulsión, pero Argelia rechazó sistemáticamente aceptarlo, a pesar de las diez solicitudes oficiales realizadas por Francia. Finalmente, fue liberado bajo control judicial antes de cometer su ataque.

El incidente ha exacerbado las tensiones entre Francia y Argelia. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, ha exigido el establecimiento de una «relación de fuerza» con Argel, sugiriendo, entre otras cosas, la denuncia de un acuerdo bilateral de 1968 que otorga ventajas considerables a los argelinos para viajar a Francia sin visa y obtener permisos de residencia de larga duración.

Sin embargo, Jean-Noël Barrot defendió un enfoque diplomático, subrayando que las acciones unilaterales no habían dado resultados satisfactorios en el pasado. En 2020-2021, Francia endureció su política de visados hacia Argelia, pero esto solo permitió la expulsión de 800 argelinos. No fue hasta la firma de un acuerdo de cooperación bilateral en 2022 cuando esta cifra se triplicó, mostrando que la cooperación diplomática fue más efectiva que la confrontación.

La situación política entre los dos países también ha evolucionado, especialmente desde que el presidente francés Emmanuel Macron tomó una postura en favor de Marruecos respecto a la cuestión del Sahara. Esta postura irritó a Argelia, que retiró a su embajador en París e intensificó sus gestos de distanciamiento, contribuyendo a una crisis diplomática. Uno de los símbolos de esta crisis fue el encarcelamiento del escritor argelino Boualem Sansal, quien criticó abiertamente al régimen de Argel y fue encarcelado tras su regreso a Argelia.

El atentado de Mulhouse no solo ha reavivado el debate sobre la inmigración, sino que también ha puesto de relieve las dificultades de las relaciones franco-argelinas. En este contexto, Francia debe equilibrar la necesidad de reforzar su seguridad interior mientras maneja una diplomacia delicada. Esta reevaluación de su política de inmigración podría marcar un giro tanto en el ámbito de la seguridad como en el diplomático, en respuesta a los crecientes desafíos internos y externos.

La cuestión de la inmigración, que afecta al corazón de las preocupaciones francesas, se ha convertido en un terreno de confrontación entre los valores de la República y las realidades geopolíticas, con el atentado de Mulhouse como un catalizador que impulsa a Francia a repensar sus estrategias de expulsión y cooperación internacional.

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