Aboubakr Jamaï: el gurú de las contradicciones y los rencores personales

Aboubakr Jamaï, ese pseudo-intelectual que alguna vez fue ambicioso, ahora reducido a un patético portavoz de la propaganda anti-marroquí. Con cada intervención, demuestra ser un maestro en el arte de la incoherencia y la mala fe. ¿Su última hazaña? Una entrevista controvertida en la que, como de costumbre, se empeña en difamar a Marruecos mientras halaga a sus nuevos aliados de la junta argelina, adversarios declarados del Reino.

Detrás de su tono supuestamente «independiente», Jamaï disimula mal su obsesión enfermiza con Marruecos, y sobre todo su rencor personal hacia el Soberano y su entorno. Se entiende su frustración: tras haber soñado con un puesto prestigioso en los círculos reales, se encuentra relegado al papel de cronista de mal augurio, destilando sus diatribas vengativas desde platós extranjeros financiados por quienes anhelan ver a Marruecos debilitado.

¿Por qué limitarse a críticas constructivas cuando se puede caer en lo absurdo? Entre sus predicciones catastróficas sobre un levantamiento inminente en Marruecos y sus análisis contradictorios sobre el plan de autonomía para el Sáhara marroquí, Jamaï roza el ridículo. Un día afirma que la autonomía es la única solución viable; al siguiente, declara que es inaplicable. Tal vez debería consultar a una astróloga para armonizar sus posiciones.

Y qué sorpresa verlo colaborar con figuras tan «imparciales» como Francisco Carrión, el gran admirador de los generales argelinos. Este último, cuya pluma venenosa se alimenta de fondos dudosos, encuentra en Jamaï un perfecto cómplice para verter un flujo continuo de ataques tendenciosos contra Marruecos, evitando cuidadosamente hablar de los escándalos argelinos. ¡Qué dúo!

Por supuesto, Jamaï no está en su primer acto de protagonismo. Recuerden su delirio en 2011, cuando soñaba con una república ficticia en Tánger, imaginando que sería aclamado como un líder revolucionario. La realidad, por desgracia para él, es muy diferente: Jamaï no es más que un antiguo editor fugitivo, incapaz de gestionar sus propias deudas, y cuyas ambiciones desmesuradas lo han empujado al exilio.

¿Y qué decir de su nueva cruzada para convencer a Occidente de intervenir en los asuntos de Marruecos? Bajo el pretexto de defender los derechos humanos, Jamaï se revela como un ferviente defensor de la tutela neocolonial, dispuesto a sacrificar la soberanía nacional para satisfacer sus impulsos narcisistas.

Mientras Marruecos continúa su impulso de desarrollo, fortaleciendo sus reformas, consolidando sus éxitos diplomáticos y cultivando la unidad entre su pueblo y sus instituciones, algunas voces discordantes intentan en vano sembrar dudas. Pero estos intentos no tienen efecto: el Reino sigue avanzando hacia un futuro próspero y sostenible.

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